Volatilidad en la agenda. A principios de octubre, Ministros de 30 países se reunieron en Roma para debatir sobre cómo hacer frente a las consecuencias sociales y económicas de la volatilidad de los precios internacionales de los alimentos. El director general de la FAO, José Graziano da Silva, destacó que los problemas de los precios no han terminado, aunque admitió que la reunión de este año se llevó a cabo en un contexto menos preocupante que el acontecido en 2012, cuando los Ministros se reunieron para responder al tercer alza en los precios internacionales de los cereales que se producía en cinco años. El responsable de la FAO instó a los países a aprovechar este momento de relativa calma para prepararse frente a turbulencias futuras del mercado y encontrar soluciones duraderas a los problemas relacionados con la volatilidad de precios de los alimentos. Explicó que las dos cuestiones fundamentales para los países son la manera de ayudar a los pequeños campesinos pobres a beneficiarse del alza de los precios alimentarios y la forma de proteger a las familias de bajos ingresos que sufren como consecuencia de ello. Para la FAO, la situación actual ofrece una oportunidad para el aumento de la inversión en agricultura, que permita elevar la productividad y hacer frente al aumento de la demanda mundial de productos agrícolas. Esta reunión ministerial coincidió con la apertura del período de sesiones del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CFS), la plataforma intergubernamental que reúne a múltiples partes interesadas en la seguridad alimentaria y la nutrición. En sus conclusiones, se hizo hincapié en el vínculo entre biocombustibles y seguridad alimentaria, asegurando que la «realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada para todos» debe ser una preocupación prioritaria en el desarrollo de los biocombustibles. Se insistió en que la producción de biocombustibles «no debe poner en peligro la seguridad alimentaria”, y se instó a los gobiernos a revisar las oportunidades y riesgos de las políticas en la materia. El CFS también destacó la importancia de integrar la agricultura en pequeña escala en las políticas y estrategias nacionales destinadas a impulsar la inversión y el desarrollo sostenible. Durante estas sesiones, se debatieron las conclusiones del informe “El estado de la inseguridad en el mundo (SOFI)”, que señala que unos 842 millones de personas padecieron hambre crónica en 2011-13, careciendo de alimentos suficientes para llevar una vida activa y saludable. La cifra se ha reducido respecto a los 868 millones del período 2010-12. De acuerdo a este documento, el constante crecimiento económico en los países en desarrollo ha mejorado los ingresos y el acceso a los alimentos. Al mismo tiempo, un repunte reciente en el crecimiento de la productividad agrícola, apoyado por el aumento de la inversión pública y el renovado interés de los inversores privados en la agricultura, ha hecho mejorar la disponibilidad de alimentos. No obstante estos progresos, persisten marcadas diferencias en la reducción del hambre. África subsahariana sigue siendo la región con la prevalencia más alta de subalimentación. Se calcula que uno de cada cuatro africanos padece hambre.
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