Como viene ocurriendo en los últimos años, ante la imposibilidad de abastecerse de los países del Mercosur, la Cámara de Comercio Exterior de Brasil (CAMEX) decidió suspender en forma temporal el cobro del Arancel Externo Común (AEC) del 10% para la importación de trigo proveniente de países externos al bloque.
La medida, que fue publicada el pasado 23 de junio en el diario oficial, estará vigente hasta el próximo 15 de agosto para una cuota de un millón de toneladas. Las autoridades brasileñas señalaron que la decisión se tomó para «evitar el desabastecimiento y la suba de precios (internos) del producto y sus derivados».
Históricamente, Brasil, segundo importador mundial de trigo, ha cubierto el 80% de sus necesidades de abastecimiento del cereal con envíos desde nuestro país. Debido a los efectos negativos que las políticas de derechos y restricciones a las exportaciones han tenido sobre la superficie triguera argentina, que se encuentra en mínimos históricos, el país vecino comenzó a aumentar las compras desde Uruguay y Paraguay. No obstante, el volumen ofrecido por estos países no es suficiente para cubrir el descenso de la oferta argentina. Por este motivo, los importadores brasileños están “obligados a recurrir a trigo de Estados Unidos y Canadá”. Para abaratar el costo del producto se tomó la decisión de incluir el trigo en la lista de excepciones al AEC. Según Leandro Pierbattisti, asesor de la Federación de Acopiadores, con esta medida el trigo estadounidense se ubica en paridad de precio con el de origen argentino.
De acuerdo a datos del Ministerio de Agricultura de Brasil, en los primeros cuatro meses de 2014 se importaron poco más de 2 millones de toneladas de trigo. Con ventas por 822.671 toneladas, EE.UU. desplazó a Argentina (692.883 toneladas) como el mayor proveedor a ese mercado. En idéntico período del año anterior, Argentina aún lideraba las ventas de trigo a Brasil con colocaciones por 1.961 millones de toneladas sobre un total de 2.383 millones. Para esta campaña el gobierno argentino apenas habilitó un cupo de exportación de 1,5 millones de toneladas, y nuestro país tendrá la menor exportación de trigo a Brasil de los últimos 24 años, cubriendo apenas el 25% del mercado.
En un reciente comunicado, la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur (FARM) criticó a Brasil por la decisión de suspender el cobro del AEC para aumentar sus importaciones desde EE.UU., y manifestó su «preocupación por la situación que atraviesa la producción y comercialización de trigo en el Mercosur», especialmente en Argentina. En el mismo sentido, las Bolsas de Cereales de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba y Bahía Blanca y las Bolsas de Comercio de Rosario, Santa Fe y Chaco aseguraron que «las restricciones a las exportaciones de trigo no permiten un normal y transparente funcionamiento de los mercados». Para las entidades, existe un nivel de oferta excedente respecto de las necesidades de consumo doméstico que no justifican las medidas actuales. Especialmente, destacaron que “esta situación adversa implica la pérdida de ventajas comerciales e incluso de mercados”. Las Bolsas también reiteraron que “la apertura de la exportación sin restricciones es la única manera de hacer confluir a todos los sectores de la demanda en iguales condiciones, mejorando las perspectivas del cultivo”.
Como se ha expresado en otras ocasiones, la acción del Gobierno brasileño debe tomarse como una señal de alarma. La misma está motivada en la imposibilidad de Argentina de poder seguir cumpliendo con su rol de proveedor natural del cereal. Este rol estuvo motivado no sólo en la competitividad del trigo argentino y la proximidad geográfica, sino también en las ventajas económicas que brinda el AEC. Si esta situación se mantiene, se corre el riesgo de que la medida deje de ser una excepción para convertirse en permanente. Argentina ha perdido el status de proveedor confiable y Brasil estrecha relaciones incluso con potencias agroexportadoras fuera de la región. Si no se actúa urgente, con un profundo cambio de políticas que nos permitan aumentar la producción y volver a los mercados internacionales con una abundante y constante oferta exportable, será muy difícil recuperar el tiempo perdido.
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