De similar manera a lo que ocurre en Perú (Ver Boletín 143), Colombia aplica aranceles variables al maíz que se incrementan al reducirse el precio de importación, con el fin de estabilizar su precio interno, situación que toma gran relevancia en un contexto de bajos precios internacionales del grano.
Sin embargo, el Acuerdo de Promoción Comercial firmado entre ese país y EE.UU. le permite a este último ingresar con una cuota libre de impuestos – hoy de más de 2 millones de toneladas – , además de fijar un cronograma de desgravación.
De ese modo, por ejemplo, hoy Argentina ingresa al país con un 48,55% de arancel, que se torna prohibitivo frente al 0% que paga EE.UU. dentro de la cuota o incluso el 16,70% fuera de la cuota. La situación se tradujo en una considerable caída de las exportaciones de maíz argentino a Colombia, pasando de 2 millones de toneladas en 2013 a sólo cien mil en 2014.
Para ver el gráfico ir a la versión en pdf. del Boletín.
Las alarmas existieron. Ya en el año 2010 MAIZAR, en un trabajo coordinado por la Fundación INAI, recomendaba “seguir de cerca el Acuerdo de Libre Comercio firmado entre EE.UU. y Colombia”, y “estar alerta para que el país del norte no acceda al mercado colombiano con una mejor preferencia que la otorgada a la Argentina en el marco de la ALADI”.
Pero los mercados extranjeros no solamente buscan comprar al que puede llegar con mejor precio, sino que, sobre todo en los alimentos, requieren continuidad en el abastecimiento. Son ya conocidas las dificultades de Argentina para proveer a Brasil, que llevaron a este país a buscar exportadores alternativos (Ver Boletín 134). Recientemente, de acuerdo con un artículo de La Nación, ante el mismo problema Bolivia apunta a una solución diferente. Frente a la falta de confiabilidad en la exportación argentina, buscará lograr el autoabastecimiento por medio de un mecanismo de acción público-privada. Los medios de acción son variados, incluyendo seguros agrícolas y líneas de financiamiento.
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