Entre el 8 y el 10 de julio se llevó a cabo en la ciudad de L´Aquila, Italia, la reunión del grupo de las ocho economías más importantes del mundo (G-8). Durante el encuentro los líderes más influyentes del mundo debatieron acerca de temas prioritarios de la agenda mundial, como la crisis económica mundial, la pobreza, el comercio y el cambio climático. En un reconocimiento del espacio que han ganado en el último tiempo las naciones denominadas “emergentes”, también formaron parte de la reunión los mandatarios del G-5 (Brasil, China, India, México y Sudáfrica), y de otros países como Australia, Egipto, Indonesia y Corea del Sur. En lo que respecta al comercio internacional, en los documentos adoptados con motivo de la reunión se destacó que la liberalización del comercio es clave para el crecimiento y el desarrollo económico. Por esto, los representantes de las principales economías del globo se comprometieron a impulsar una conclusión “balanceada y ambiciosa” de la Ronda de Doha en el año 2010, sobre la base del progreso realizado hasta ahora en la confección de las modalidades. Además, se reafirmó el compromiso adoptado en la última declaración del “G-20 financiero” de resistirse a la aplicación de medidas de tipo proteccionista. Luego de discutir el estado de la economía mundial y las medidas extraordinarias adoptadas por los países para salir de ella, los líderes del G-8 y el G-5 adoptaron el documento “Promocionando la Agenda Global”, en el que destacan la necesidad de cooperar para que la economía mundial reanude la senda del crecimiento de una manera que beneficie a todos. En la declaración se reafirma el compromiso para implementar las medidas acordadas en las reuniones de Washington y Londres del G-20, con el fin de reforzar el crecimiento mundial y reparar el sistema financiero internacional. Particularmente, expresaron que continuarán adoptando las medidas de estímulo para la economía que sean necesarias para salir de la crisis, se abstendrán de realizar devaluaciones de las monedas y promoverán un buen funcionamiento del sistema financiero internacional para evitar nuevas burbujas. En cuanto a los mercados agrícolas y de energía señalaron la necesidad de atacar la alta volatilidad de precios, la falta de transparencia y la especulación. Los líderes también se comprometieron a abordar la “dimensión social” de la crisis, promoviendo una acción global por el empleo y la protección social, y movilizando recursos para alcanzar los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas. Para el largo plazo acordaron coordinar esfuerzos en pos de lograr un crecimiento sólido, basado en la innovación, acorde con el medio ambiente y sustentable. Otro de los temas importantes que fueron objeto de intensos debates fue el referido al Cambio Climático. Los mandatarios del G-8 destacaron la necesidad de abordar seriamente esta problemática para dar una fuerte señal antes del desarrollo de la Cumbre de Copenhague en diciembre. De esta manera, reconocieron, junto con los miembros del G-5, la importancia de no permitir que el calentamiento global sobrepase los dos grados centígrados en comparación con niveles pre-industriales (Ver apartado “Cambio Climático” en este boletín). Por último, preocupados por el incremento del número de personas desnutridas en el mundo, los países acordaron la “Iniciativa de L´Aquila para la Seguridad Alimentaria”. La iniciativa centra sus esfuerzos en el aumento de la inversión en el sector agrícola de los países más pobres, para lo que compromete 20 mil millones de dólares para financiar proyectos agrícolas y proveer a los agricultores con infraestructura, fertilizantes y semillas para impulsar la producción de alimentos y contrarrestar la volatilidad de precios. En general, las conclusiones y decisiones adoptadas por el G-8, en conjunto con las economías emergentes, fueron bien recibidas por el resto de la comunidad internacional. Si bien las declaraciones adoptadas siguen la tónica de las ya firmadas en las reuniones del “G-20 financiero”, se destacan los avances realizados en seguridad alimentaria, sobre todo en el reconocimiento de que la agricultura debe estar en el centro de la agenda mundial, el compromiso adoptado por los países desarrollados en torno a las metas para la mitigación del cambio climático y el mandato establecido para culminar la Ronda Doha en el año 2010. No obstante, el hecho que merece la pena destacarse es la participación por primera vez en reuniones de este tipo de representantes de países en desarrollo. Los miembros del G-5 siguen adquiriendo protagonismo en las discusiones de los temas que conforman la agenda mundial, y los países desarrollados parecen aceptar que la resolución a los problemas globales no podrá alcanzarse si no es con la participación de estos nuevos grandes actores del escenario internacional.
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REUNIÓN G-8
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