Entre los días 4 y
los días 4 y 5 de febrero la mandataría argentina, Cristina Fernández de Kirchner, realizó una visita a China, para fortalecer la Asociación Estratégica Integral que suscribió con su par de ese país, Xi Jinping, en julio pasado en Buenos Aires. El acercamiento se produce en un contexto poco favorable para la economía argentina, caracterizado por escasez de divisas, bajo dinamismo exportador, dificultades en materia energética y restricciones para la captación de financiamiento externo. El Gobierno argentino visualiza a China como un socio fundamental para superar estos escollos y retomar la senda del crecimiento económico.
Durante el encuentro los líderes de ambos países suscribieron una veintena de acuerdos, que prevén intercambios y cooperación en áreas como cultura, telecomunicaciones, salud, usos pacíficos de la tecnología nuclear, agricultura, visas para turismo, derecho penal, actividades espaciales, minería y financiación para proyectos de inversión. Estos acuerdos se suman a los firmados durante la visita del presidente chino a Argentina en julio de 2014.
La firma de estos acuerdos y el visto bueno que el Senado argentino diera al “Convenio Marco de cooperación en materia económica y de inversiones con el gobierno de la República Popular China”, generó controversias tanto al interno como al externo del país. Desde diferentes sectores empresarios, como la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Cámara de Exportadores (CERA), criticaron duramente el convenio por considerar que condiciones preferenciales a China tendrían un fuerte impacto negativo en el desarrollo industrial de nuestro país.
En un Comunicado, la UIA señaló que el Convenio Marco contiene cláusulas de enorme riesgo para el desarrollo argentino, entre las que menciona la posibilidad de adjudicación directa de proyectos de infraestructura, que excluiría la provisión local de bienes y servicios; la posibilidad de contratación de mano de obra de origen chino en las mismas condiciones que el mercado laboral argentino; y la posibilidad de firmar convenios específicos entre entidades gubernamentales para viabilizar la cooperación bilateral. Además, expresan que al otorgar beneficios extraordinarios para el acceso al mercado argentino estas cláusulas podrían perjudicar, asimismo, al resto de las empresas de los países del Mercosur, afectando el alicaído comercio intra-regional. En relación, desde Brasil se dejaron oír algunas voces que indicaron que estos acuerdos podrían resentir el proceso de integración regional.
En materia de bienes agrícolas, Cristina Fernández destacó el potencial de Argentina y la asociación estratégica con China. Con la intención de expandir y diversificar el intercambio bilateral, el ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, enfatizó que nuestro país está en condiciones de mejorar y aumentar la provisión de productos de origen agroindustrial a China, entre los que enumeró: carne porcina, sorgo, maíz, semillas, pesca, carne bovina enfriada y con hueso, peras y manzanas. «Argentina produce alimentos para 400 millones de personas, y para 2020 tendrá capacidad de alimentar a 600 millones», destacó.
En este sentido, el Ministro celebró las gestiones de alto nivel para potenciar las exportaciones de productos argentinos, como las negociaciones para la apertura del mercado de carne bovina enfriada, carne porcina, ovina, miel, uvas de mesa y alfalfa, entre otros. Según el Ministerio de Agricultura argentino, en la mayoría de los casos, se están organizando visitas de funcionarios sanitarios chinos a la Argentina con objetivos de inspección y en algunos ya se han presentado propuestas de Protocolos a firmar en los próximos meses.
Durante los encuentros con funcionarios chinos también se trataron temas vinculados a biotecnología, cooperación científico-tecnológica, sanidad y veterinaria, pesca y acuicultura, semillas y lácteos. En materia de biotecnología debe notarse la reciente aprobación por parte de China de nuevos eventos de interés para nuestro país: MIR162 (maíz) de la empresa Syngenta y A5547-127 (soja) de la empresa Bayer CropScience. Esta decisión permitirá aumentar el comercio en estos productos, incorporar mayor tecnología a la producción nacional, y aumentar el grado de sincronía con China en relación a la aprobación de eventos. También se renovó por tres años más el Certificado de Bioseguridad otorgado al evento de maíz Bt11×GA21, que había vencido el 11 de noviembre de 2014.
En el marco de la visita presidencial a Beijing también se desarrolló una misión comercial multisectorial, un Foro Económico Argentina-China, que contó con la presencia de empresarios de ambos países, y se celebró la Primera Reunión de la Comisión Binacional Permanente, encargada de implementar el Pan de Acción Conjunto entre ambos países.
Si bien los acercamientos bilaterales son necesarios, para conseguir una relación beneficiosa para Argentina, que modifique las deficiencias estructurales presentes en los actuales intercambios comerciales entre ambos países y promueva las inversiones recíprocas, es imprescindible un acercamiento conjunto con el resto de la región, que disminuya las enormes asimetrías que existen en el poder de negociación.
Para esto, es necesario definir anteriormente el rol que se espera ocupe China en una estrategia clara de inserción internacional, que luego sea consensuada con el resto de los países de la región, especialmente con los socios del Mercosur. Estas definiciones estratégicas que resultarán clave para el futuro del país no deben ser tomadas en soledad por el Poder Ejecutivo, sino que deben ser debatidas en el Congreso Nacional, para luego materializarse en verdaderas políticas de Estado.
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Mientras tanto, a pesar de los esfuerzos por aumentar y diversificar el comercio con China, la balanza comercial bilateral muestra un saldo deficitario creciente para Argentina desde 2008. Luego de un pico de 6.232 millones de dólares en 2011, las ventas de nuestro país al mercado asiático registran tres años consecutivos de caídas, situándose en 2014 un 29% por debajo de los niveles alcanzados durante aquel año (4.450 millones de dólares). El 75% de estas exportaciones están constituidas por productos del complejo sojero con menor grado de transformación: poroto y aceite crudo. Debe notarse que incluso dentro de este complejo existe una tendencia a la primarización de los envíos, debido a una clara política china de fomento a su industria de procesamiento de oleaginosas. A pesar de ser un destino con creciente potencial, el resto de los productos agroindustriales por el momento no tienen un mayor acceso. Por el lado de las importaciones, estancadas desde 2011 por las medidas de protección del mercado interno, la diversificación es mayor, con un gran abanico de manufacturas de origen industrial explicando casi la totalidad de las compras.