El presidente estadounidense, Barack Obama, presentó el 26 de febrero de 2009 una propuesta de presupuesto para el año 2010, que contiene recortes importantes en los subsidios recibidos en concepto de pagos directos por las explotaciones agrarias de ese país. La propuesta también planea disminuciones en las primas para seguro de las cosechas, en los pagos para almacenamiento de algodón y en el programa de mercadeo de productos en el exterior. Según la administración Obama, si se aplicasen estas reformas durante diez años los recortes previstos en las subvenciones podrían ascender a los 16.000 millones de dólares. De acuerdo con lo esbozado por el Presidente, los pagos directos podrían ser retirados progresivamente durante tres años a las explotaciones con un nivel de ventas por encima de los 500.000 dólares al año. En su intervención en el Congreso Obama expresó que su intención es recortar los subsidios agrícolas a “los grandes agronegocios que no los necesitan”, para dedicar esos fondos a programas de conservación, seguridad alimentaria, energía renovable y nutrición infantil. Según el departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), los cortes afectarían aproximadamente a 76.000 explotaciones que representan un 3,5% del total y acumulan cerca del 70% de la producción. Esto implicaría una disminución de un 20% de los 5.200 millones de dólares desembolsados anualmente como pagos directos. Además, la propuesta planea limitar a 250.000 dólares el monto que puede recibir cada agricultor por los diferentes programas de ayuda a los productos básicos, bajo el argumento de que este tope “ayudará a asegurar que los pagos se hagan solamente a aquellos que más los necesitan”. Por otro lado, el Secretario de Agricultura, Tom Vilsack, dijo que los grandes agricultores están preparados para reemplazar los pagos directos por fuentes de ingresos alternativas provenientes de los mercados emergentes de servicios medioambientales, tales como almacenamiento de CO2 o producción de energía renovables. Según analistas estadounidenses la propuesta es una señal de que la política de Obama quiere reorientar la base de ingresos en las granjas lejos de la producción de materias primas, lo que ha reavivado el debate sobre la conveniencia de producir energía o alimentos. Las perspectivas de que la reducción de subsidios agrícolas se materialice no son muy alentadoras. La palabra final sobre la aprobación del presupuesto la tendrá el Congreso, y como era de esperarse el recorte propuesto está enfrentando una fuerte presión de congresistas, tanto demócratas como republicanos, así como de importantes grupos de interés. En lo que respecta a las negociaciones internacionales la medida, en caso de concretarse, tendría poco impacto. Esto debido a que los pagos directos son notificados por los EE.UU. dentro de la denominada “Caja verde”, y por lo tanto no están sujetos a compromisos de reducción bajo el Acuerdo de Agricultura de la OMC.
Leer en pdf »

