Un trabajo del Departamento de Agricultura de EE.UU. analiza la evolución de la producción agrícola y el uso de la tierra hacia el año 2050, como respuesta a las preocupaciones que existen en relación a la capacidad de la oferta para responder a la futura demanda global. Explora, además, el interrogante sobre cómo un incremento de la productividad menor a lo esperado podría alterar la producción y los precios.
Con este fin, los investigadores del ERS utilizaron un modelo de equilibrio general denominado FARM (Future Agricultural Resources Model), identificando a tres determinantes de lo que ocurre en el largo plazo: el crecimiento de la población, el crecimiento del ingreso, y la evolución de la productividad por hectárea.
De acuerdo con los supuestos del informe, la población mundial se incrementaría de 6.900 millones de personas en 2010 a 9.300 en 2050, aunque con grandes diferencias entre regiones. Por ejemplo, el crecimiento demográfico de África Subsahariana se aceleraría en la década de 2020, mientras que la población de China se incrementaría y comenzaría a declinar. Sobre el PBI per cápita mundial, se proyecta que se duplique hacia 2050. Para la productividad, el escenario de base prevé tasas de crecimiento algo inferiores a las observadas en los últimos años.
A partir de estos efectos, el informe proyecta un incremento de la producción de los principales cultivos de 75%, superior al 43% de incremento de la población, gracias al crecimiento del ingreso y el mayor consumo de productos animales en los países en desarrollo. Interesantemente, el nuevo nivel de producción se lograría con un moderado incremento en el área de 5%, y precios superiores en un 9%. Estos precios serían suficientes para alentar a una intensificación de los cultivos y estimular rendimientos más elevados.
Sin embargo, aclara el informe, existe un elevado grado de incertidumbre sobre la evolución de la productividad agrícola debido al impacto del cambio climático global y a las variaciones que pudieran existir en niveles de inversión de investigación y desarrollo, entre otras razones. Debido a ello simularon un escenario adicional con un nivel de productividad de la tierra un 20% inferior al alcanzado en 2050 en el escenario de base, impacto consistente con la caída de productividad estimada por varios trabajos sobre cambio climático.
En ese escenario, la menor productividad llevaría a mayores precios que estimulan a la incorporación de tierras e insumos a la producción. Estos cambios llevan a compensar el impacto sobre producción, de manera que el consumo obtenido es sólo un 0,3% inferior con respecto al escenario anterior. En el gráfico que sigue se aprecia cómo la menor productividad se traduciría en precios un 15% superiores y en un mayor comercio mundial.
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