Con la asunción de Tabaré Vázquez como nuevo presidente de Uruguay, la relación de dicho país con el Mercosur parece encaminada a un cambio. Al menos así surge de diversas declaraciones de los principales funcionarios del Gobierno.
El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa señaló en su discurso inaugural a principios de marzo que buscará aplicar una política exterior de consenso entre las diversas visiones al interior del país, que se desarrolle como una política de Estado.
Específicamente sobre el Mercosur manifestó que éste debía sincerarse, es decir, dejar “atrás la retórica vacía, que apueste a las concreciones y no a los discursos que luego no se cumplen.” En ese sentido reclamó por un bloque que se “plantee objetivos y acuerdos viables, que si es necesario ajuste sus objetivos a las posibilidades actuales y que tenga una agenda externa activa que rompa con el encierro”. Indicó que para su país resultaba necesario promover la facilitación de acuerdos comerciales en serio, con proyecciones abarcativas, para no quedar afuera de los grandes flujos comerciales.
En la misma línea, el ministro de Economía, Danilo Astori, remarcó que el Mercosur se encontraba ante el peor momento desde su creación. Destacó la existencia de complicaciones a escala global y muy importantes a escala regional, no solo económicas sino también políticas. A su entender, el Mercosur necesita un gran acuerdo con un socio extra regional.
Precisamente, mencionó la importancia del acuerdo que el bloque se encuentra negociando con la Unión Europea, destacando que era el ejemplo más importante en la búsqueda del regionalismo abierto. Resaltó que se debía seguir generando conciencia tanto dentro como fuera de la región acerca del papel fundamental que un acuerdo de este tipo podría significar.
En cuanto al concepto de “regionalismo abierto”, Astori subrayó que implica: prestar atención a la región, no levantar cercos de protección respecto a terceros, y hacer acuerdos fuera de la región a la que pertenecemos.
Durante su visita a Brasil, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank Walter Steinmeier, afirmó tras su encuentro en el Palacio de Itamaraty con su homólogo brasileño, Mauro Vieira, que el Mercosur y la UE deberían «acelerar» sus negociaciones para alcanzar un acuerdo de libre comercio. Vieira recordó que el Mercosur solo espera una respuesta de Bruselas para intercambiar las ofertas de negociación.
En un reciente trabajo de la Fundación INAI, se analizó lo que ocurriría si la UE concluye negociaciones tanto con el Mercosur como con EE.UU. Del mismo surge que la negociación entre el Mercosur y la UE no sólo logra compensar las posibles caídas de exportaciones que se pudieran observar ante la pérdida de preferencias relativas como consecuencia del Acuerdo Transatlántico (TTIP), si no que el beneficio neto de la conclusión de ambos acuerdos es positivo. De ese modo, bajo la lupa de estos resultados la negociación entre el Mercosur y la UE cobra una renovada importancia para la región en el actual contexto de negociaciones mega-regionales.
En lugar de disminuir, en el caso de que la UE concluya el TTIP con EE.UU., las exportaciones agroindustriales del Mercosur al mercado comunitario podrían aumentar entre un 17% y un 50% si también se cierra el tratado Mercosur-UE. En el escenario más ambicioso, en donde la UE reduzca tanto aranceles como barreras no arancelarias a EE.UU. y el Mercosur, las exportaciones del bloque podrían aumentar en 14.025 millones de dólares. Debe notarse que la temporalidad en la conclusión de ambos acuerdos jugará un importante papel. Seguramente el efecto positivo sobre las exportaciones argentinas del cierre del acuerdo entre Mercosur y la UE sería menor, si este último cierra primero el acuerdo con EE.UU. Los productores y exportadores estadounidenses podrían aprovechar durante ese tiempo las ventajas de un mejor acceso al mercado de la UE para posicionar sus productos y desplazar a sus competidores.