“¡No vamos a aceptar más ese absurdo internacional! No se puede competir con quien tiene ingresos garantizados, independientemente de la productividad, los precios y el clima.” Con estas palabras la brasilera Kátia Abreu, senadora y presidente de la CNA (Confederación Nacional de Agricultura y Ganadería de Brasil), se refirió a las recientes reformas de las política agrícolas de EE.UU. y la UE, como conclusión de un seminario donde se analizaron esos temas en Brasilia el 26 de marzo.
Anunció, además, la creación de un observatorio para monitorear el proceso de ejecución de estas leyes agrícolas;dado que estiman que considerando solamente las políticas de EE.UU. las exportaciones brasileras de maíz, soja y algodón se afectarían en 4.340 millones de dólares.
De acuerdo con el informe presentado, la nueva Farm Bill impactaría negativamente en los precios internacionales del maíz (con una disminución de entre 3% y 5%), de la soja (entre 2% y 4%) y del algodón (3,7% a 4,3%). Estas cifras pueden ser incluso mayores si se toma en cuenta que fueron estimadas midiendo el impacto del estímulo sobre la producción que provocan los subsidios, el cual es sólo uno de los dos efectos distorsivos. El segundo efecto, que no fue incluido, consiste en el incremento del área provocado por la reducción del riesgo del productor, según describió en el encuentro André Nassar, el director de Agroicone, consultora que desarrolló el estudio.
Según Abreu, en las nuevas legislaciones los subsidios no perdieron relevancia, sino que evolucionaron a nuevos formatos. Opinó que EE.UU. “maquilló programas” y amplió los niveles de apoyo, sobre todo para los productos de interés de Brasil.
Por otro lado, mencionó que la UE tendrá más facilidad que EE.UU. para adecuar su política agrícola a las normas de la OMC, aunque ello dependería de cómo sean notificados. Finalmente, mencionó que “de continuar semejante distorsión, todo indica que tendremos que abrir un nuevo panel en la OMC” (Ver Boletín 135).