Mirando al 2015. Entre los días 26 de noviembre y 7 de diciembre se llevó a cabo la XVIII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 18), en Doha, Qatar. Tras complejas negociaciones, las delegaciones lograron cumplir una gran parte de las tareas que tenían planeadas. Como se había previsto, fueron acordados los debates en el Grupo de Trabajo Ad Hoc sobre Acción Cooperativa de Largo Plazo (LCA), se dio por finalizado el Protocolo de Kyoto (PK), y se puso en marcha la segunda – aunque mucho menos ambiciosa – fase del Protocolo de Kyoto. Asimismo, se estableció un cronograma tentativo para conseguir un nuevo acuerdo climático mundial en el marco de la Plataforma de Durban. Así, respecto al llamado “Kyoto II” se logró una prórroga del Protocolo de Kyoto cuyo primer período de cumplimiento expiraba a finales de 2012. Dicho tratado, establecido en 1997, obligaba a reducir las emisiones en 2012 un 5,2% respecto a 1990 a 35 países desarrollados, entre los que no estaba EE.UU., quién nunca no lo ratificó. En este segundo período además se retiran Japón, Canadá y Nueva Zelanda. De esta forma, solo quedan con obligaciones la UE, Australia, Noruega, Islandia, Croacia, Kazajistán, Liechtenstein y Mónaco, los cuales solo suman el 15% de las emisiones mundiales. En cuanto al nuevo “Acuerdo global”, el texto de la COP 18 señala que todos los países buscarán tener en mayo de 2015 un borrador de un acuerdo climático que en 2020 sustituya a Kyoto. Ese pacto debe ser aprobado en diciembre de 2015 en París, pero aún no está claro si será “un protocolo, otro instrumento legal o un acuerdo con fuerza legal dentro de la Convención” de Naciones Unidas de Cambio Climático. El documento señala que debe ser “aplicable a todos los miembros”. Esto incluye a EE.UU., China e India, países que hasta ahora están exentos de obligaciones internacionales por distintos motivos. No incluye ni un objetivo global de reducción de emisiones en 2050 ni el año en el que las emisiones globales deben tocar techo, aunque sí señala el objetivo de limitar el calentamiento a dos grados centígrados. En lo tocante a la financiación, es debido a la difícil situación económica en EE.UU. y Europa que el acuerdo ha quedado casi vacío de contenido en los aportes de los países ricos entre 2013 y 2015, periodo para el que los países en desarrollo pedían 60.000 millones de euros. Finalmente, en la sección denominada “Daños y pérdidas”, los países más vulnerables al cambio climático, especialmente los pequeños Estados insulares, han insistido en crear un mecanismo al que acudir en caso de eventos extremos relacionados con el cambio climático. Esto representa un avance, dado que hasta el momento se buscaban fondos para prepararse a los cambios del calentamiento (adaptación). Se reconoce que “hay que reforzar la cooperación internacional” en la materia y se crea un programa de trabajo al respecto. Muchas organizaciones no gubernamentales (ONG) han criticado la tibieza de los compromisos, como así también su falta de ambición. En cambio, esta reunión puede ser tomada como una transición en la cual la atención se centró en atar cabos sueltos y en cómo transitar hacia una nueva vía de negociación. Leer en pdf »
CUMBRE CAMBIO CLIMÁTICO
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