Recalculando. En su Informe sobre el Comercio Mundial de 2013, la OMC analiza las transformaciones que ha tenido el comercio internacional en los últimos años: la participación se ha ampliado y dispersado desde el punto de vista geográfico, ha cambiado la composición de los intercambios y se ha producido un auge de las cadenas de suministro internacionales. Desde una perspectiva histórica, se destaca que la tecnología, principalmente en el ámbito del transporte y las comunicaciones, ha sido el principal motor de la integración económica mundial en los últimos doscientos años. Según el documento, el valor en dólares del comercio mundial de mercancías aumentó más de un 7% anual en promedio entre 1980 y 2011, hasta alcanzar un máximo de 18 billones de dólares al final del período. El comercio de servicios creció aún más, en torno al 8% anual, arribando a los 4 billones de dólares. Desde 1980 el comercio ha crecido casi dos veces más que la producción mundial. Durante este período, nuevos actores se han situado en los primeros puestos del comercio internacional. De la mano de grandes países emergentes y economías asiáticas en proceso de industrialización acelerada, las economías en desarrollo pasaron de representar el 34% de las exportaciones mundiales en 1980, a participar en casi la mitad de los intercambios globales en 2011. Esto generó un aumento tanto del comercio Sur-Sur, que pasó del 8% en 1990 al 24% en la actualidad, como del comercio intrarregional, sobre todo en Asia. La OMC resalta que la interdependencia entre las economías es en gran medida resultado de las cadenas globales de valor, que han posibilitado la fragmentación de la producción en tareas especializadas realizadas de manera competitiva en múltiples ubicaciones. Las mercancías y servicios comerciados contienen insumos que pueden proceder de diferentes países. Por lo tanto, la eficiencia en la obtención de estos insumos es crucial para que las exportaciones sean competitivas, constatándose una correlación positiva entre el acceso a insumos importados y los resultados de exportación. De acuerdo a las proyecciones plasmadas en el informe, las economías en desarrollo son las que más tienen para ganar si la situación económica es dinámica y se mantiene el proceso de apertura, y las que más perderían si las perspectivas económicas empeoran y decae la cooperación comercial. En la hipótesis “alta”, podrían crecer anualmente un 7% en promedio hacia 2035, frente a sólo un 2,8% en la “baja”, que apenas superaría el 2% previsto para los desarrollados en ambas hipótesis. En cuanto a las exportaciones la divergencia entre las dos hipótesis es mayor. Las ventas de los países en desarrollo crecerían un 8,5% al año en la primera, y menos de un 1% en la segunda, lo que significaría estar por debajo del 1,5% previsto para los países desarrollados en esa misma hipótesis baja. En la hipótesis alta, el comercio Sur-Sur representaría la proporción más importante de los intercambios globales (43%), mientras que el comercio entre desarrollados rondaría el 17%. Mirando hacia adelante, el trabajo subraya que las fuerzas fundamentales que determinarán el futuro del comercio internacional serán la demografía, la inversión, la tecnología, la distribución geográfica y disponibilidad de energía y otros recursos naturales, los costos de transporte y las instituciones. Además, se señala que los factores socioeconómicos de carácter general también serán esenciales, como diversas preocupaciones sociales, ambientales y macroeconómicas. Particularmente, se indica que la población de Asia Meridional y el Oriente Medio, así como grandes partes de la población de China y del Norte de África, se enfrentarán a una creciente escasez de agua. Tendrán que importar cada vez más productos alimenticios y agropecuarios, de modo que es posible que se detenga, e incluso se revierta, la tendencia a la disminución a largo plazo del porcentaje que representan tales productos en el comercio internacional. El sistema multilateral tendrá que responder a estos desafíos y ajustarse a las realidades del siglo XXI. Se señala que los encargados de formular políticas deberán reconsiderar los actuales modelos de cooperación comercial. La forma en que se establecían tradicionalmente los programas de negociación comercial ya no responde a la realidad de las prácticas actuales. Hoy es cada vez más difícil separar las mercancías de los servicios, el comercio de la inversión. Para la Secretaría de la OMC posiblemente habrá que examinar y ampliar el programa de negociación. Las cuestiones tradicionales de acceso a mercados seguirán formando parte del mismo. Pero cada vez será mayor la incidencia de las barreras no arancelarias; en donde, además de seguir trabajando para aumentar la transparencia, se deberá hacer más hincapié en la convergencia de la reglamentación. En relación, se recomienda buscar un reequilibrio en la atención prestada a los obstáculos a la importación y a las restricciones a la exportación. Respecto de la inclusión de temas como inversión y política de la competencia se manifiesta que sigue siendo objeto de controversia. No obstante, también deberán abordarse algunas esferas que determinarán el futuro del comercio pero que quedan fuera del mandato de la OMC, como el cambio climático y las políticas macroeconómicas y de tipos de cambio. Finalmente, el documento destaca que el creciente número de acuerdos comerciales preferenciales constituye el mayor desafío al papel de la OMC en la gobernanza del comercio multilateral. El reto será multilateralizar las ventajas obtenidas por medio de esos acuerdos, no sólo respecto de los aranceles, sino también para garantizar la convergencia de la reglamentación. Leer en pdf »
OMC – INFORME SOBRE EL COMERCIO MUNDIAL
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