Si bien durante los meses de enero y febrero se desarrollaron una serie de reuniones que sirvieron para acercar posiciones no se logró aún el objetivo de firmar el Acuerdo entre el Mercosur y la UE.
Uno de los principales frenos sigue siendo la oposición europea a una apertura de los mercados agrícolas y de alimentos con valor agregado, donde Francia, Polonia e Irlanda son los principales referentes contra las negociaciones. En este sentido, la última oferta de la UE fue elevar de 70.000 a 99.000 toneladas la carne bovina que podría ingresar al bloque.
Otro aspecto que se destaca es el relativo a reglas de origen. El Mercosur busca impedir que ciertos insumos o productos importados sean nacionalizados y se vendan como un producto europeo. También hay preocupación en general sobre las importaciones, para lo cual se ha propuesto una «cláusula de salvaguarda», que los países de manera individual podrán aplicar para suspender las importaciones de determinados productos, cuando se compruebe que por una cuestión de precios y valores de ingreso están produciendo un daño inmediato e irreversible a los productores locales.
Un reclamo europeo de larga data es el de las Denominaciones de Origen (DO) e Indicaciones Geográficas (IG). Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), una indicación geográfica es un signo utilizado para productos que tienen un origen geográfico concreto y cuyas cualidades, reputación y características se deben esencialmente a su lugar de origen. Por lo general, la indicación geográfica consiste en el nombre del lugar de origen de los productos.
La denominación de origen es un tipo especial de indicación geográfica, y se entiende como “la denominación geográfica de un país, de una región o de una localidad que sirva para designar un producto originario del mismo y cuya calidad o características se deben exclusiva o esencialmente al medio geográfico, comprendidos los factores naturales y los factores humanos” (Artículo 2.2 del Arreglo de Lisboa relativo a la Protección de las Denominaciones de Origen y su Registro Internacional).
De esta forma, varios productos de la región como los quesos o los vinos coincidirían con las indicaciones geográficas europeas. En las conversaciones se habría aceptado admitir el acceso de marcas cuestionadas pero aún no se lograba admitir los nombres genéricos, que tendrían un efecto negativo sobre la exportación de los quesos.
Subsisten algunos otros reclamos de la UE, como el acceso para productos industriales y agrícolas -principalmente autos, piezas de autos y lácteos-, la apertura a las empresas europeas el mercado de servicios marítimos y detalles en el capítulo de Propiedad Intelectual.
Próximos pasos
La fecha límite para negociar es el 31 de marzo, ya que la legislación de Brasil establece que no se pueden cerrar acuerdos internacionales 9 meses antes de que asuma el nuevo gobierno, algo que está previsto para el 1 de enero del 2019.
Luego, cuando Brasil tenga un nuevo jefe de Estado empezará la precampaña para las elecciones europeas de mayo de 2019, cuatro días de comicios en los que los ciudadanos de los 28 países del bloque eligen a sus eurodiputados, abriendo un proceso que culminará en otoño de ese año con la renovación de la Comisión Europea. Esto último implicará probablemente un nuevo Comisario de Comercio que sustituirá a la sueca Cecilia Malmström y que podría cambiar a los funcionarios negociadores.
La nueva meta parece establecida: en noviembre, cuando Buenos Aires sea sede de la cumbre del G-20, pueda hacerse el anuncio del Acuerdo y que, a partir de 2019, comiencen las negociaciones formales para cerrar el acuerdo en el próximo lustro.