Se realizó la Cumbre del Mercosur. El pasado 12 de julio se celebró la XLV Cumbre del Mercosur, en Montevideo (Uruguay). Asistieron los presidentes Cristina Kirchner de Argentina, Dilma Rousseff de Brasil, José Mujica de Uruguay y Nicolás Maduro de Venezuela. Durante la reunión se aprobaron un total de 15 normas, uno de los niveles de aprobación más bajos de los últimos años. En términos cualitativos, las decisiones se volcaron más hacia aspectos institucionales o políticos, sin ahondar en aquellos asuntos de fondo que están afectando el desarrollo del proceso de integración. Uno de los asuntos más importantes tratados fue la reinserción de Paraguay, que ha estado suspendido desde junio de 2012 (ver Boletín Nº 117). Respecto a esto, el canciller uruguayo, Luis Almagro, señaló que a partir del próximo 15 de agosto se levantará la suspensión a la República de Paraguay, lo cual posibilitará que participe en los órganos del Mercosur y de sus deliberaciones. Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores argentino, Héctor Timerman, indicó que Paraguay iba a volver al Mercosur, pero advirtió que la vuelta implicaba la aceptación de “todo lo que hemos hecho hasta ahora”, en clara alusión al ingreso de Venezuela al grupo como Miembro Pleno. Desde Paraguay no tardaron en llegar las respuestas. El presidente electo, Horacio Cartes, rechazó esa posibilidad, alegando que la entrada de Venezuela al bloque no se ajustó a tratados internacionales. En un comunicado indicó que las características jurídicas del ingreso venezolano, en julio del 2012, no habían sido subsanadas conforme a las normas legales. También advirtió que «un hecho fundamental de la política internacional es la vigencia del derecho Internacional. La política no es fuerza ni arbitrio. Tampoco legitima cualesquiera hechos y procedimientos que se aparten del derecho». Por otro lado, el canciller paraguayo, José Félix Fernández Estigarribia, señaló en declaraciones posteriores a la reunión que su gobierno rechaza todos los puntos aprobados durante la reciente Cumbre. Especialmente, criticó la falta de arrepentimiento de parte de los socios del Mercosur, que no obstante “las declaraciones generosas hacia el Paraguay de que debe volver”, sólo “buscan mantener los hechos que llevaron a esta situación”. Paraguay también ha cuestionado el ingreso de Bolivia al Mercosur, argumentando que los tratados impiden la adhesión de un país que ya pertenece a otro grupo económico como es la Comunidad Andina de Naciones (CAN). El bloque también se expidió sobre la situación que vivió del presidente boliviano Evo Morales, que los primeros días de julio debió aterrizar de emergencia en Austria con su comitiva. Esto se debió a que España, Francia, Italia y Portugal le negaron la utilización del espacio aéreo, por sospechas de que transportaba al informático Edward Snowden, requerido por Estados Unidos bajo cargos de espionaje por filtrar información de inteligencia a la prensa. Se decidió «convocar en consulta» a sus embajadores en España, Francia, Italia y Portugal. Asimismo, se citarán a los representantes de los cuatro países europeos en sus territorios para informarles de la decisión. Presentarán además «una nota formal de protesta a cada uno de esos países demandando explicaciones y las correspondientes excusas» por lo ocurrido con Morales. Entre los principales “logros” del encuentro puede citarse la firma de los respectivos Acuerdo Marco de Asociación entre Mercosur por un lado, y Guyana y Surinam por el otro; que se suman a la ya larga lista de tratados sin impactos relevantes en términos económicos. En un contexto global de proliferación de acuerdos intra e inter regionales, es un déficit que el Mercosur deberá suplir en breve. Con estos acuerdos, todos los países de América del Sur quedan asociados al Mercosur, como resaltaron los cancilleres de Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela en un comunicado conjunto, en el que destacaron tres pilares de trabajo para el bloque: política, cooperación y comercio e inversiones. Asimismo, ratificaron la necesidad de alcanzar en el corto plazo un resultado ambicioso, integral y equilibrado de las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC, de acuerdo con su mandato centrado en el desarrollo y reconociendo un apropiado y efectivo trato especial y diferenciado para los países en desarrollo. Otra de las medidas adoptadas fue la coordinación del uso compartido de oficinas de promoción comercial, aprovechando las capacidades edilicias que poseen algunos de los socios. Con esta medida se busca favorecer a los países del bloque que no poseen embajadas o representaciones comerciales en todos los países. A la vista de estos acontecimientos, parece ser que el Mercosur es visualizado más como un foro político, que como un proceso de integración económica y comercial. A su vez, la resolución de los conflictos entre los socios no pasa por las instituciones del bloque, e incluso la posible profundización de las normas comunitarias acordadas entre los Miembros también se plantea en forma bilateral. Pensar al Mercosur en clave política no es desacertado, pero es necesario dotarlo de instituciones fuertes, con capacidad de decisión y posibilidad de llevar adelante las iniciativas de manera coordinada. Pero para esto es necesario ceder soberanía estatal y parecería que ninguno de sus Miembros está dispuesto a hacerlo. De esta forma, nos encaminamos hacia un bloque comercial que no incrementa su comercio ni se integra, y un bloque político que no puede tomar decisiones por carecer de potestad para hacerlo. Leer en pdf »
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