Los ministros de Comercio de los 12 países Miembros de la Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) finalmente rubricaron el acuerdo alcanzado en octubre de 2015, en una ceremonia celebrada en Auckland el pasado 4 de febrero.
Parte del nuevo proceso de negociaciones mega-regionales, el denominado “Acuerdo del Siglo XXI” viene a reconfigurar el mapa del comercio y la inversión internacionales, convirtiéndose en el tratado comercial más grande del mundo después de la OMC. Por la dimensión de los actores involucrados y la amplitud y profundidad de los temas abarcados, sus impactos se harán sentir incluso en aquellos países que no forman parte de la iniciativa (Ver Boletín Nº 150 del INAI).
Con la firma del acuerdo se abre una ventana de dos años para su ratificación. Si cumplido este período no se ha logrado la ratificación de los 12 Estados Parte, el tratado entrará en vigor una vez que al menos 6 países que representen más del 85% del comercio del bloque hayan aceptado su implementación.
Después de más de 5 años de arduas negociaciones para superar las diferencias entre las Partes, se inicia entonces una nueva negociación, no menos compleja que la anterior. Los Miembros deberán trabajar duramente para conseguir el apoyo de sus respectivos parlamentos.
Las naciones firmantes varían en peso económico y sistemas políticos, con diversas implicancias para sus procesos legislativos. Algunos países, incluso, se encuentran envueltos en transiciones políticas, lo que adiciona preguntas respecto a los tiempos de ratificación. Mientras el camino parece allanado en Australia, Malasia y Nueva Zelanda, la situación es incierta en Canadá con la reciente asunción del gobierno de Trudeau. Por su parte, durante el discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Obama pidió al Congreso estadounidense por la pronta aprobación del acuerdo. Subrayó que con el TPP será EE.UU. y no China quien reescribirá las reglas del comercio global. No obstante, con una agenda marcada por las elecciones presidenciales, el debate se daría recién en 2017, con una nueva administración. Como ha ocurrido en otras ocasiones, existe una fuerte oposición al acuerdo, que incluye la mayor parte de los candidatos presidenciales y brega por una renegociación de sus términos. Sin la ratificación de EE.UU. sería imposible arribar al 85% del comercio del bloque necesario para que el tratado comience a regir.
Respondiendo a los funcionarios norteamericanos, la Cancillería china sostuvo que su país “nunca pensó que China, ni ningún otro país del mundo, debe decidir por sí mismo la agenda y definir las reglas del comercio global”. Agregó que los países deben continuar con sus esfuerzos para sea la OMC quien lidere este proceso.
Aunque China pidió “no politizar el comercio”, la pelea por el liderazgo de la región de Asia-Pacífico parece recrudecer. EE.UU. trabaja por ampliar el TPP al resto de las naciones de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN), especialmente Indonesia, Tailandia y Filipinas, quienes ya han expresado su intención de unirse al acuerdo. En paralelo, todos los países de la ASEAN se encuentran negociando otro mega-acuerdo, junto a India, Japón, Corea, Australia y Nueva Zelanda, liderado por China, conocido como Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés). Analistas debaten acerca de si estas iniciativas entrarían en conflicto compitiendo por la influencia en la región, o por el contrario podrían coexistir, o incluso complementarse convergiendo en el mejor de los casos a la meta de un Área de Libre Comercio para toda la Cuenca del Pacífico. Los Miembros del RCEP han celebrado recientemente su onceava reunión negociadora en Brunei.
Evaluaciones de impacto
Con la inminente firma del TPP se han publicado en las últimas semanas una gran variedad de estudios, que avivan el debate respecto de sus beneficios y costos.
Un trabajo del Banco Mundial, indica que el acuerdo tiene el potencial de incrementar el PBI del bloque en 1,1% hacia 2030, debido fundamentalmente a la reducción de barreras no arancelarias y medidas a favor del comercio de servicios. El impacto sería considerablemente mayor en algunos países como Vietnam (10%) y Malasia (8%). El comercio de las Partes aumentaría un 11%. En los países que exportan productos intensivos en mano de obra, los ingresos de hogares de bajos ingresos y mano de obra no calificada se expenderían fuertemente. Los efectos negativos sobre los países No Miembros serían limitados, debido a las ventajas de la armonización de estándares en los mercados de exportación. Las mayores pérdidas se darían en países asiáticos, como Corea y Tailandia.
Otro estudio por el Peterson Institute, señala que el TPP incrementará los ingresos reales anuales de EE.UU. en 131 mil millones de dólares hacia 2030, equivalente a un crecimiento de 0,5% del PBI; y las exportaciones en 357 mil millones, 9,1% por encima de las proyecciones de línea de base. Japón, Malasia y Vietnam experimentarían los mayores crecimientos. Las exportaciones vietnamitas podrían incrementarse en un 30% hacia el final del período. Aunque el acuerdo no afectaría el empleo total, la transición de la economía hacia firmas e industrias más productivas involucraría a 53.700 trabajadores estadounidenses. El trabajo también subraya que no habría prácticamente impactos negativos sobre los países No Miembros, con los ingresos reales del mundo viéndose incrementados en 492 mil millones de dólares anuales. Se resalta además los beneficios del acuerdo en el desarrollo de nuevas reglas globales de comercio e inversión.
A similares conclusiones arriba el Gobierno de Nueva Zelanda, destacando los beneficios que traería la ratificación del TPP en distintas áreas, calculados en 2,7 mil millones de dólares hacia 2030; con aumentos de exportaciones especialmente en productos agropecuarios, gracias a las ventajas conseguidas para el acceso a los mercados de carnes, productos lácteos, forestales, frutas, y preparaciones alimenticias y bebidas.
En contradicción con estos resultados, un trabajo publicado por la Tufts University concluye que los impactos del TPP en el crecimiento económico serían pequeños, e incluso negativos para Japón y EE.UU., con aumentos en el desempleo y la desigualdad. Los autores manifiestan que los estudios comentados anteriormente excluyen del análisis los mayores riesgos de la liberalización comercial. La posible expansión del comercio puede ser compensada por la pérdida de la demanda interna producto de la caída en los ingresos laborales. Para los países que se quedan fuera del acuerdo los perjuicios serían mucho mayores, con una caída en el crecimiento del PBI de -5,24% y una pérdida de 4,4 millones de puestos de trabajo para el total de los próximos 10 años. Para los autores, el gran interrogante es cómo reaccionarán estos últimos ante la pérdida de competitividad que les ocasionará el TPP.