Rusia anunció la prórroga hasta finales de 2017, del embargo a los alimentos perecederos procedentes principalmente de la Unión Europea (UE), pero también de Estados Unidos, Canadá, Australia, Noruega y Japón. La medida data de agosto de 2014, cuando fue aplicada en respuesta a las sanciones de Occidente resultantes de la crisis en Ucrania.
Las restricciones abarcan una gama de productos como la carne, pescado, productos lácteos y frutas y verduras. El ministerio de Agricultura ruso señaló que no había intención de ampliar dicha lista de productos.
Por su parte, el primer ministro de Rusia, Dmitry Medvedev, señaló que quienes intervienen en el negocio agrícola tendrán un largo horizonte de planificación de las inversiones, algo que las empresas alimenticias habían solicitado en varias ocasiones. Son precisamente los agricultores y ganaderos rusos quienes han aprovechado el veto para ocupar cuotas de mercado que estaban en manos de empresas occidentales. Según indica Bloomberg, el éxito del sector agrícola ruso, que exportó por un valor de 26.000 millones de dólares en 2015, se debe al hecho de que el Gobierno ha buscado reducir al mínimo la dependencia de Rusia de ciertos mercados exteriores.
Uno de los “logros” más destacados han sido las ventas récord de cereales, que han permitido a Rusia superar a EE.UU. y convertirse en el mayor exportador mundial de trigo este 2016. De todas formas esto debe relativizarse, ya que ha estado acompañado por los altos rendimientos de los cultivos de maíz, arroz y leguminosas, además de que las exportaciones se han vuelto más competitivas debido a la devaluación del rublo.
En este marco, algunos países se han beneficiado, ya que han comenzado a ser proveedores importantes del mercado ruso. En el cuadro que sigue se ilustra el % de las exportaciones de productos agroindustriales a Rusia, de los países “vetados”, como así también de Argentina y Brasil.
Ver cuadro en la versión en pdf. del Boletín.
Como se puede observar, todos los países alcanzados por el veto han disminuido sus ventas, a la vez que el resto del mundo, Argentina y sobre todo Brasil, han aumentado su participación. De esta forma, la extensión de la medida puede reforzar esta tendencia.
En ese sentido, se destaca la relación entre Rusia y Argentina, quien considera a esta última como un socio importante en el comercio agrícola, del cual espera aumentar las importaciones de carne, leche y pescado, según declaraciones del ministro ruso de Agricultura, Alexandr Tkachov.
Durante un encuentro con su homólogo argentino, Ricardo Buryaile, el ministro ruso señaló que «Argentina puede incrementar los suministros de productos cárnicos, lácteos y pesqueros, y también de verduras y frutas como manzanas y peras». También lamentó que dicho intercambio se redujera un 21% en 2015 y propuso ampliar la lista de productos suministrados a los mercados de los dos países.