Si bien EE.UU. impuso derechos compensatorios definitivos al biodiesel argentino (fallaron los intentos de lograr un acuerdo para suspender las investigaciones), habría optimismo respecto de la apertura del mercado estadounidense para las exportaciones de carne bovina argentina.
El pasado 9 de noviembre, el Departamento de Comercio de EE.UU. aplicó los derechos compensatorios definitivos contra el biodiésel argentino por supuestos subsidios injustos. Se trata de aranceles de entre el 71,45% y el 72,28%.
Durante los días previos a la medida se incrementaron las tratativas bilaterales entre ambos gobiernos y los respectivos sectores privados involucrados, con el objetivo de lograr un acuerdo que suspendiera tanto la investigación antisubsidios como la relativa a supuesto dumping. Según un comunicado de la Cancillería, estos esfuerzos se vieron frustrados frente a la falta de voluntad de llegar a un acuerdo por parte de la industria estadounidense, que se colocó en una postura que resultó inaceptable, amparada por derechos preliminares injustificadamente elevados.
La administración estadounidense considera que los derechos de exportación de 27% en el aceite de soja y del 0% del biocombustible, son un subsidio implícito para los productores argentinos de biodiesel, ya que les permiten adquirir la materia prima a un valor inferior al precio internacional.
Por su parte, desde Argentina se viene reiterando que el país que no subsidiaba en forma alguna la producción o exportación de biodiesel, reafirmando que los derechos de exportación aplicados al poroto de soja no constituyen de ninguna manera un subsidio en términos de las normas de comercio internacional.
En esta instancia, la industria estadounidense -nucleada en la National Biodiesel Fair Trade Coalition- deberá probar ante la Comisión de Comercio Internacional (USTIC) que las importaciones argentinas le causaron daño o amenazan con provocarlo. Sobre esto, la Cancillería ha notado que todos los indicadores de dicha industria son positivos y, lejos de demostrar perjuicio alguno causado por las importaciones argentinas, evidencian una actividad muy rentable. Si finalmente la Comisión de Comercio Internacional no revierte esta decisión, el Gobierno argentino se ha reservado el derecho de recurrir al mecanismo de Solución de Diferencias de la OMC.
En contraste, existe cierto optimismo acerca de volver a exportar carne vacuna al mercado estadounidense a fin de año. La misma no se exportaba hace 14 años debido a un brote de fiebre aftosa que sufrió el ganado local en 2001. Este conflicto ya se encontraba resuelto pero la apertura no se hizo efectiva aún debido a trabas burocráticas de ambos lados. Sin embargo, en el último mes se vieron ciertas señales alentadoras.
La primera semana de noviembre se realizó una videoconferencia entre el Servicio Nacional de Sanidad Agroalimentaria (SENASA) y el Food Service and Inspection Service (FSIS), agencia del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos que se encarga de garantizar la inocuidad del suministro de carne, aves y productos de huevo. Este contacto habría sido productivo aunque el FSIS exigió más información al SENASA.
Por otro lado, Tom Cooney, el encargado de Negocios de la Embajada norteamericana en la Argentina, dio otro indicio positivo al señalar que luego del acuerdo por la exportación de limones argentinos y la venta de carne de cerdo que su país pretende enviarle a la Argentina, «actualmente mantenemos un diálogo productivo destinado a aumentar el comercio bilateral de carne vacuna».
La argentina espera colocar un volumen de 20.000 toneladas de carne vacuna en el mercado norteamericano que significarían una facturación de 100 millones de dólares para los frigoríficos locales.