Si bien el conflicto parece de difícil solución, cierto optimismo aparece ante nuevas negociaciones entre EE.UU. y la Unión Europea. Se discutiría la liberación de barreras arancelarias y no arancelarias, entre otros temas. Se propone, además, un compromiso para reformar la OMC.
Hacia fin de julio, la oleada de proteccionismo pareció encontrar algo de aire cuando se anunció el comienzo de una negociación para bajar las barreras arancelarias entre EE.UU. y la UE. En una visita del presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker a la Casa Blanca, se firmó un comunicado conjunto en el que ambas partes se comprometieron a trabajar para lograr un comercio con cero aranceles, cero barreras no arancelarias y cero subsidios en bienes industriales no automotrices.
Por otro lado, se reducirían las barreras e incrementaría el comercio en servicios y productos químicos, farmacéuticos y médicos, así como soja. La UE incrementaría, además, sus compras de gas natural. Las negociaciones resolverían, además, los aranceles que EE.UU. aplicó al acero y aluminio europeo, así como los aumentos arancelarios en represalia aplicadas por la UE.
Aquí es necesario aventurar un par de escenarios. La primera opción sería que ambos decidan embarcarse en una negociación de un tratado de libre comercio, reflotando el Acuerdo trasatlántico o bajo un nuevo formato o denominación. En este caso debería incluirse lo sustancial del comercio, que en términos de la UE implica al menos el 90% de los productos comercializados. Y teniendo en cuenta que se quiere excluir el comercio de automóviles, este porcentaje seria difícilmente alcanzable. Además se chocaría con otro escollo, que es la política europea de no negociar acuerdos comerciales con países o regiones que no sean parte del acuerdo climático de París.
Otra opción sería rebajar directamente los aranceles, pero de acuerdo al Principio de Nación Más Favorecida, esta rebaja beneficiaria a todos los socios comerciales. Desconocer esto y realizar solo rebajas bilaterales les valdría serios cuestionamientos en OMC, ámbito que al menos discursivamente, sigue siendo el que rige en materia de regulación del comercio internacional.
También debe notarse que las partes se comprometieron, también, a trabajar para reformar la OMC, y para hacer frente a las prácticas comerciales desleales, incluyendo el robo de la propiedad intelectual, la transferencia tecnológica forzada, los subsidios internos, las distorsiones creadas por empresas comercializadoras del estado y el exceso de capacidad instalada.
En los próximos meses habrá que seguir de cerca el tema para conocer los detalles del posible acuerdo, sus consecuencias y la forma en que impactará al sistema multilateral de comercio.