Los líderes de los países que conforman el denominado “G-20 financiero” han fallado, durante la reciente Cumbre de Seúl, en alcanzar un acuerdo que permita corregir los desequilibrios comerciales entre las principales economías del mundo y aliviar las tensiones en torno a los tipos de cambios de las monedas. En los meses recientes, los enormes superávits comerciales en algunos países y los grandes déficits en otros se habían constituido en una gran fuente de tensiones, que acrecentaba el peligro de caer en un espiral de represalias comerciales. Particularmente, los mayores actores en el comercio internacional, como China y EE.UU., llegaron a la mencionada reunión envueltos en denuncias cruzadas sobre manipulación en la cotización de sus monedas y amenazas de devaluaciones competitivas que podían desembocar en una “Guerra de Divisas” (Ver Boletín Nº 99 del INAI). En la Declaración que surgió del encuentro en Corea, los Miembros del G-20 sólo realizaron algunas “promesas de convivencia” y dejaron la resolución de estos problemas para el primer semestre de 2011. En un intento por evitar caer en una guerra de monedas, en el denominado Plan de Seúl se incluye el compromiso de acometer políticas macroeconómicas para asegurar una recuperación sostenida e incrementar la estabilidad de los mercados financieros, en particular avanzando hacia tipos de cambios más determinados por el mercado, incrementando su flexibilidad para reflejar los fundamentos económicos subyacentes y absteniéndose de adoptar devaluaciones competitivas. Esta promesa, que hace clara alusión a la política cambiaria desarrollada por China, no contiene definiciones en cuanto a tiempo y formas para lograrla. A su vez, se manifiesta que las economías avanzadas, incluyendo aquellas con divisas que ejercen papel de reserva, estarán atentas frente a la volatilidad excesiva y movimientos bruscos de los tipos de cambio. Lo anterior está dirigido a EE.UU., cuya política monetaria fue duramente criticada por muchos países durante la cumbre. El comunicado también legitima los controles de capitales introducidos por países como Brasil y Tailandia para evitar que la entrada de fondos especulativos produzca tensiones hacia la apreciación de sus monedas. Respecto a los desequilibrios externos, los mandatarios se limitan a exhortar a que se mantengan los desequilibrios por cuenta corriente en niveles sostenibles. Concretamente, piden a sus Ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales que desarrollen guías indicativas para alcanzar tal fin, que serían presentadas en la próxima cumbre de 2011 bajo presidencia francesa. Por otro lado, expresaron un “fuerte” compromiso para alcanzar una exitosa, ambiciosa, comprensiva y equilibrada conclusión de la Ronda de Doha, sobre la base de los progresos ya alcanzados. En la declaración, se reconoce a 2011 como una “ventana de oportunidad crítica, aunque estrecha” para arribar al punto final de la negociación. También se comprometieron a resistir la aplicación de cualquier medida de corte proteccionista. Leer en pdf »