Durante la Vigésima Conferencia de las Partes (COP20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), los delegados de las más de 190 naciones reunidas en Lima, Perú, durante las dos primeras semanas de diciembre, acordaron un texto considerado clave para la construcción de un nuevo régimen climático vinculante de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que entraría en vigor a fines de esta década.
Por virtud de este acuerdo, todos los países darán a conocer los planes de sus contribuciones para la reducción de emisiones y brindarán el apoyo necesario para que las naciones pobres preparen los propios. En Lima también se instó a los países desarrollados a que brinden soporte financiero a los países en desarrollo para que tomen acciones ambiciosas de mitigación y adaptación, además de que se resaltó el apoyo complementario de otras Partes.
Algunos grupos de la sociedad civil y grupos ambientalistas reaccionaron en contra del acuerdo final, aunque reconocieron que el resultado representaba el mínimo común denominador.
El documento, denominado “Llamado de Lima para la Acción Climática”, confirma la intención de las Partes de desarrollar y adoptar un pacto climático global durante la reunión convocada para diciembre de 2015 en París, Francia. El nuevo acuerdo regirá para todas las Partes y tratará de forma equilibrada la mitigación, la adaptación, el financiamiento, el desarrollo y la transferencia de tecnología, la creación de capacidades y la transparencia de acción y apoyo.
Para algunos países en desarrollo fue una victoria el hecho de que el texto convenido resaltara el compromiso de alcanzar un acuerdo que refleje el principio de la ONU de mantener “responsabilidades compartidas, pero diferenciadas”.
Un informe de Naciones Unidas sobre las diferencias de emisiones publicado antes de la reunión advirtió que las emisiones de carbono deberían llegar a su tope en 2030 para evitar impactos climáticos desastrosos, pero que el mundo no va en esa dirección.