Cumpliéndose el 130 aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas, y con el objetivo de continuar profundizando las relaciones bilaterales, la Presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, visitó la Federación de Rusia los días 22 y 23 de abril. Durante su estadía firmó junto a su par ruso, Vladimir Putin, una Declaración elevando la relación entre ambos países a la categoría de Asociación Estratégica Integral.
Acompañada por gran parte de su gabinete, Fernández rubricó también una veintena de convenios de cooperación en distintas áreas, que se suman a los firmados en ocasión de la visita de Putin a Buenos Aires en julio del año pasado.
Entre los más destacados se encuentran los relacionados con el sector energético. Aunque preliminares, se subscribieron dos prometedores Memorándum de Entendimiento: entre el consorcio ruso Gazprom e YPF, para la exploración y producción de hidrocarburos en el yacimiento Vaca Muerta; y entre el Ministerio de Planificación y la corporación rusa Rosatom, para la construcción de una nueva central nuclear en el país. Además, se firmó el contrato para la construcción de la represa hidroeléctrica Chihuido I en Neuquén. De esta manera, aunque restan negociaciones, probablemente con una nueva Administración en Argentina, Rusia se sumaría al desembarco chino en este sector.
En materia de agricultura, se firmó el Programa Argentino-Ruso para Cooperación en Materia de Agricultura, Pesca y Acuicultura para los años 2015-2016. El mismo contempla el intercambio de información y experiencia en materia de genética, elaboración y armonización de normas de evaluación de tecnologías en el ámbito de la biotecnología; el desarrollo de disciplinas de regulación y control de calidad de productos vitivinícolas; y la promoción de la cooperación entre las organizaciones científicas en los sectores de pesca y acuicultura. También se acordó la renovación del Convenio Marco de Cooperación Científico-Técnica entre el INTA y la Academia Rusa de Ciencias Agrícolas. Según el ministro argentino, Carlos Casamiquela, estos convenios redundarán en un aumento de la exportación de bienes y servicios argentinos.
Por otro lado, la Presidenta participó de un foro empresarial y se reunió con los principales referentes económicos y ejecutivos de empresas de ese país con la intención de favorecer las inversiones rusas en Argentina. En su intervención destacó la «complementariedad» que presentan las economías, y manifestó que “Argentina es un país para invertir”, recordando que puede producir alimentos para 400 millones de habitantes. Aprovechó su discurso para denunciar la prohibición estadounidense al ingreso de carne y limones argentinos por cuestiones fitosanitarias, lo que juzgó «inconcebible».
En el marco de esta visita tuvo lugar, asimismo, una misión comercial multisectorial para diversificar y promocionar el comercio bilateral. Precisamente, la cuantía de los flujos comerciales estuvo en el centro de la escena cuando el mandatario ruso resaltó un descenso del 12% durante el año pasado. Ambos países manifestaron la intención de alcanzar los cinco mil millones de dólares de comercio en 2016.
Los intercambios comerciales se han incrementado notablemente durante el último lustro hasta rondar los 2.000 millones de dólares anuales, de la mano de un aumento en las importaciones argentinas de gasoil ruso, que redundaron en un déficit para nuestro país en torno a los 620 millones de dólares.
Estancadas desde 2006, las exportaciones argentinas a Rusia representaron en 2013 sólo el 0,9% de las ventas totales, apenas superando los 725 millones de dólares. Los principales productos de exportación fueron frutas, lácteos y carne bovina. En 2014, según estadísticas rusas, habrían aumentado –como consecuencia del embargo ruso a los productos alimenticios procedentes de la UE y EE.UU.- los envíos argentinos de productos lácteos, carne bovina y aviar y pescados y crustáceos.
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Destacando la existencia de un «nuevo ordenamiento geopolítico y económico», la visita de la Presidenta argentina a Moscú se enmarca en los lineamientos de política exterior seguidos por su Gobierno en los últimos años, acercándose a los países del BRIC, como China y Rusia, y distanciándose de EE.UU. En el medio de la crisis con EE.UU. y la UE por la anexión de Crimea y el aparente apoyo a las milicias pro-rusas del este ucraniano, Rusia aprovecha el acercamiento con Cristina Fernández para ampliar su influencia en América Latina y desafiar el liderazgo estadounidense en la región.