La UE debe decidir sobre la autorización del glifosato en octubre próximo. Francia ya ha adelantado su posición en contra.
En el marco del proceso de renovación de la autorización de uso del glifosato en la UE, se ha adelantado que Francia planea votar nuevamente en contra de la misma.
A finales de junio de 2016, la Comisión Europea (CE) aprobó una extensión de la licencia del glifosato por un plazo máximo de 18 meses, hasta el 31 de diciembre 2017, a los efectos de que la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA) adopte una posición sobre la toxicidad de dicha sustancia. En marzo del corriente, la mencionada entidad señaló que el glifosato no debía considerarse como cancerígeno. El Director de la misma, Jack De Bruijn, explicó que esta apreciación logró el consenso de los miembros del Comité de Evaluación de Riesgos, que se basaron en todas las informaciones disponibles sobre el glifosato.
En 2016, Francia, junto con Malta, se opuso a la renovación de su licencia en la UE, que expira a finales de año. Otros siete países se abstuvieron, incluidos Alemania e Italia, lo que bloqueó la posibilidad de alcanzar una decisión. Ahora se espera que el próximo mes de octubre se produzca la votación.
De acuerdo a la legislación europea, los Estados Miembros son los responsables de autorizar la comercialización dichos productos; sin embargo, las sustancias activas contenidas en los pesticidas deberán ser aprobadas a nivel de la UE. Cuando esto sucede, la evaluación de la seguridad de todos los pesticidas se realiza en una etapa posterior por cada Miembro antes de que otorgar, rechazar o restringir el uso de los pesticidas a nivel nacional.
Ante la eventualidad de que no se logre la renovación, el glifosato dejará de estar autorizado en la UE, por lo que los países Miembros deberán retirar las autorizaciones para todos los productos basados en dicha sustancia. Esto podría tener ramificaciones a nivel internacional, dado que muchos cultivos genéticamente modificados se tratan con glifosato, incluyendo la soja o el maíz, vendidos a la UE como materias primas o subproductos (harinas y aceites).
Esto último se debe a que automáticamente el Límite Máximo de Residuos (LMR) permitido cae al nivel de detección por defecto en forma inmediata, haciendo prácticamente imposible la exportación de productos tratados con glifosato. De todas formas, está previsto que los LMRs se revisen luego de que se autorice (o no) la renovación de la sustancia. Y en el eventual caso que no se apruebe la renovación, podría llegar a aceptarse una cierta tolerancia para el LMR del glifosato.