OCDE y FAO presentaron su nuevo informe de Perspectivas Agrícolas 2014-2023. En ese período el documento espera que la demanda de productos agrícolas se mantenga firme, aunque crecería a menor ritmo que en la década pasada. Este escenario, sumado a -por el lado de la oferta- las cosechas récord observadas en 2013/2014, configura la dinámica esperada de los precios internacionales. El estudio prevé que la actual tendencia a la baja de los precios internacionales de los granos se mantenga durante uno o dos años más (Ver nota en este boletín), para luego estabilizarse en niveles mayores al período anterior a 2008 pero muy por debajo de los records recientes.
Por otro lado, se espera que la volatilidad de los precios internacionales se reduzca, debido a mejoras en la relación stock/consumo. Sin embargo, el documento mantiene un margen de incertidumbre en la expectativa de los precios esperados. Por ejemplo, el índice de precios de los granos forrajeros pasaría de 201 dólares por tonelada en 2013 a 225 como promedio, pero con un nivel de confianza de 80% se encontraría entre 175 y 282 dólares.
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Es interesante resaltar que el trabajo prevé un crecimiento de la influencia de las políticas domésticas sobre las decisiones de producción. Al respecto, dedica un apartado a las políticas de compras públicas para el mantenimiento de stocks, sobre las cuales destaca que pueden impactar en el comercio externo dependiendo el tamaño de la operación. Agrega que la liberación de stocks puede tener consecuencias importantes, dependiendo de la escala y el intervalo de tiempo, pudiendo influenciar los niveles de precios y su volatilidad.
Se espera que la producción mundial ganadera y de biocombustibles crezca a una tasa superior a la producción de granos, lo cual favorecería a los cereales forrajeros y las oleaginosas, en detrimento del trigo y el arroz. De ese modo, según las estimaciones de FAO y OCDE, la producción mundial de oleaginosas crecerá a un ritmo de 1,86% anual y la de granos forrajeros a 1,35%, mientras que el trigo se incrementaría sólo a 0,99% y el arroz a 1,15%. El incremento en la producción tendría lugar en aquellos países con menores restricciones dadas por la escasez de tierra o agua, y por los marcos normativos. Entre los de mayor expansión productiva se destacan los países en desarrollo de Asia y América Latina.
Dentro de las carnes, el mayor crecimiento sería para la carne aviar con 2,27% promedio anual, que pasaría al frente de la porcina para convertirse en el producto cárnico más consumido. La carne bovina crecería a 1,34%, respondiendo a niveles de precios elevados, y el cerdo a 1,1%. La producción de leche también aumentaría aceleradamente, a 1,87%, con un crecimiento sostenido en la productividad, afectándose levemente los precios. India se convertiría en el mayor productor de leche del mundo, exportando un gran volumen de leche en polvo descremada.
Para el caso de Argentina, el estudio prevé un incremento de 39% de la producción de cereales, pasando de 45,5 millones de toneladas en 2013 a 63,3 millones en 2023; y 26% para las oleaginosas, aumentando de 58 millones de toneladas en 2013 a 73 millones al final del periodo. Se totalizaría así una producción de granos de 136 millones de toneladas en 2023. Las exportaciones de oleaginosas mostrarán un crecimiento de sólo 2 millones de toneladas, por lo que la mayor parte de la nueva producción se procesará domésticamente, alcanzándose un total producido de 43 millones de toneladas de harinas proteicas y casi 12 millones de toneladas de aceite vegetal, de los cuales 3,6 millones se destinarían a biodiesel. La producción total de carnes pasaría de 5 a 6,3 millones de toneladas, llegando a 3,3 millones la carne bovina, 2,5 la carne aviar y a 429 mil toneladas la carne porcina. La producción de leche, por otro lado, alcanzaría los 15,9 millones de toneladas.
Un capítulo especial del informe se enfoca en las perspectivas para India con una visión optimista en cuanto al crecimiento de su producción y consumo. Prevé una mejora de la nutrición y una diversificación en la dieta, con aumento en el consumo de cereales, legumbres, leche y productos lácteos, frutas y verduras. El consumo de carne también aumentaría, pero seguirá estando entre los más bajos del mundo en términos per cápita. El país enfrenta, sin embargo, incertidumbres respecto al comportamiento macroeconómico, la sostenibilidad del crecimiento de los rendimientos y la viabilidad de los programas gubernamentales.