Negociando primero con México y luego con Canadá, Estados Unidos logró dar forma al nuevo NAFTA: Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés).
Fue a finales de agosto cuando EE.UU. y México alcanzaron un acuerdo sobre la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por su sigla en inglés). Luego, hacia finales de septiembre, EE.UU. y Canadá anunciaron haber alcanzado un acuerdo sobre un «pacto comercial nuevo y modernizado», que reemplazará al NAFTA de 1994.
El nuevo arreglo se llamaría Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés) y se espera que la firma se lleve a cabo a fines de noviembre. El representante comercial estadounidense Robert Lighthizer y la canciller canadiense Chrystia Freeland dijeron que este nuevo plan «fortalecerá a la clase media, y generará empleos bien pagados y nuevas oportunidades para las casi 500 millones de personas para las que Norteamérica es su hogar».
El NAFTA había eliminado la mayoría de las barreras comerciales entre los tres países, generando un incremento en el comercio entre ellos. Sin embargo, lo que motivó su renegociación fue que, según Trump, se alentaba a los fabricantes a trasladarse al sur de la frontera para aprovechar los bajos salarios en México, lo que representaba una pérdida de empleos en Estados Unidos.
El resultado fue la aceptación por parte de México de cláusulas en materia de reglas de origen que implican que para serbeneficiario de las preferencias arancelarias derivadas del Acuerdo debe cumplir condiciones laborales de salario mínimo, a saber: se requeriría que entre el 40% y el 45% de un auto se construyera en países en donde los trabajadores recibieran un sueldo mínimo de 16 dólares por hora para ser beneficiado por la quita de aranceles que promueve el Acuerdo. Asimismo, exige que el 75% del contenido de automóviles se realice en los países miembros del USMCA.
En términos de acceso a mercados de productos agroindustriales, la negociación se realizó principalmente entre Canadá y EE.UU. Como consecuencia, se produjo la apertura para las exportaciones estadounidenses de productos lácteos, aves y huevos a Canadá, y a cambio, Estados Unidos proporcionarán nuevos acceso a Canadá para productos lácteos, maní, productos de maní procesados y una cantidad limitada de azúcar y productos que contienen azúcar.
También se establecieron nuevos estándares para biotecnología agrícola, se alcanzaron compromisos significativos para reducir las políticas que distorsionan el comercio, mejorar la transparencia y garantizar un trato no discriminatorio para las normas de productos agrícolas, al tiempo que se negociaron reglas mejoradas para medidas sanitarias y fitosanitarias basadas en la ciencia y nuevas disciplinas sobre indicaciones geográficas.
Por último, se incluyeron modificaciones en temáticas como acceso a mercados para bienes no agrícolas, reglas de origen, propiedad intelectual, comercio digital, servicios financieros, tipo de cambio, textiles, trabajo y medio ambiente, entre otras temáticas. Conforme se conozca el texto completo del acuerdo, se podrá avanzar en su análisis.
Ahora resta que los Congresos de cada uno de los países dé el visto bueno al texto del acuerdo, para que finalmente estemos en presencia del NAFTA 2.0. En efecto, el Mercosur deberá prestar especial atención a este acuerdo, ya que puede sentar las bases de lo que Canadá pretenda en su negociación recientemente lanzada (Ver La agenda externa sigue su curso: turno de la UE, Corea del Sur y Canadá en este boletín) o incluso Argentina mismo, que está negociando bilateralmente con México una profundización del ACE Nº6.