Desde el 29 de noviembre hasta el 10 de diciembre se celebrará la XVI Conferencia de las Partes de la ONU sobre Cambio Climático (COP16), en la ciudad mexicana de Cancún. Durante la misma, los aspectos a negociar y sus resoluciones serán abordados conforme a los cinco puntos del Plan de Acción de Bali -adoptados durante la COP 13 en el 2007-, cuyos componentes son: Visión de largo plazo, Mitigación (incluyendo REDD+ o Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal en Países en Desarrollo), Adaptación, Tecnología y Financiamiento (Ver Cumbre Cambio Climático – Agenda). Debe recordarse que durante la COP 15, celebrada en Copenhague a fines del año pasado, se fracasó en el intento de elaborar un tratado vinculante, y la cumbre se cerró con un acuerdo político en el que se llamaba a los gobiernos a limitar el aumento de la temperatura global a menos de dos grados, pero no estableció fechas ni la forma de lograr dicha meta. De todas maneras, dicho pacto sí incluyó provisiones para la financiación y la tecnología necesarias para apoyar la mitigación, la adaptación al cambio climático y la preservación de bosques, entre otras (Ver Boletín Nº 90 del INAI). Desde la UE, Connie Hedegaard, comisaria de Acción por el Clima, ha señalado, en coincidencia con numerosos analistas y líderes mundiales, que no se espera obtener un acuerdo vinculante en Cancún para reemplazar al Protocolo de Kyoto. Y una de las razones principales son las desavenencias entre los PD y los PED, principalmente entre EE.UU. y China. El primero es el principal emisor del mundo per cápita o por unidad de producto bruto, con una economía muy intensiva en energía y una generación de electricidad basada esencialmente en el carbón. Respecto al segundo, científicos y expertos internacionales afirman que en 2006-2007 superó a EE.UU. como el mayor emisor de gases de efecto invernadero, situación admitida por el propio gobierno chino. De hecho, juntos generan más del 50% de las emisiones de CO2 a la atmósfera. La situación política estadounidense post elecciones legislativas no favorece para nada el panorama. Si se tiene en cuenta que fue difícil llegar a un acuerdo con mayorías demócratas en la Cámara de Representantes y en el Senado norteamericanos, es razonable pensar que más lo será ahora que esta mayoría ha cambiado a favor del partido republicano, reticente a cualquier limitación que pueda tener efectos sobre su economía y poco proclive a las consideraciones medioambientales; de hecho está aumentando el número de escépticos sobre el cambio climático en EE.UU. En China, en tanto, se insiste que los países ricos deberían liderar los recortes en emisiones, ya que son los que más han contribuido a la liberación de GEI, razón por la cual deberían dar margen a los países más pobres para hacer crecer sus economías y sus emisiones. A su vez, continúa defendiendo su derecho a mantener el crecimiento de sus emisiones y señaló que la Cumbre de Cancún deberá seguir con las negociaciones a tenor de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático, el Protocolo de Kyoto y la Hoja de Ruta de Bali, bajo el principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas». Por otro lado, EE.UU. ha señalado que su objetivo en la negociación es obtener «un paquete equilibrado de decisiones» que desarrolle lo acordado el año pasado en Copenhague, entre otros aspectos. Asimismo, se encuentra fomentando una “ampliación” del protocolo de Montreal -firmado en 1989 y ratificado por más de 190 países-, que ha tenido éxito en la eliminación de los compuestos CFC que dañan la capa de ozono. Lo que se busca es la inclusión, entre las sustancias a eliminar, de los compuestos HFC, que han sustituido a los CFC y que son también gases de efecto invernadero. Los países en desarrollo más importantes, como China e India, se oponen a estas propuestas; pero EE.UU. insiste, utilizando todos los foros posibles, como el Consejo Ártico, la Organización Marítima Internacional o la de Aviación, para suplir el impasse sobre el clima que se observa en la ONU. De esta manera, casi descartado ya un acuerdo global sobre reducción de emisiones tras un proceso de negociación de alrededor de un año, se ha indicado que los esfuerzos deberían concentrarse en alcanzar acuerdos para detener la deforestación mundial, ayudar a los países en desarrollo a ser más resistentes al cambio climático, establecer sistemas de aviso y alarma ante posibles acontecimientos, y promover las tecnologías para su adaptación. Debe señalarse que los asuntos que no puedan ser resueltos en Cancún, se negociarán nuevamente en la COP 17, a desarrollarse Johannesburgo (Sudáfrica) en 2011. Leer en pdf »